sin secretos


Steve Estes. Ask & Tell: Gay & Lesbian Veterans Speak Out. Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2007

De las diversas maneras que hay de hacer la historia, la llamada “historia oral”, es una de las técnicas más antiguas. Los padres de la historia, Herodoto y Tucídides, seguramente utilizaron este método. Fray Bernardino de Sahagún escribió su Historia de las cosas de la Nueva España, a través de documentos orales. Hace poco, hablábamos aquí mismo sobre la relevancia que puede tener el testimonio oral para el derecho, en específico, en el caso de la defensa de los derechos de los indígenas.

En la actualidad, la historia oral ha recibido creciente atención, sobre todo en paises de habla inglesa. En los Estados Unidos, la técnica ha sido usada a todo lo largo del siglo XX para documentar la historia de diferentes grupos y minorías, como los indígenas, los militares y, quizás el proyecto más ambicioso, los descendientes de ex esclavos africanos. Debido a su inmediatez, no es extraño que esta técnica, que muchos equiparan al periodismo, sea utilizada para documentar movimientos sociales.

Justo hoy acabo de enterarme que el presidente Obama acaba de dar por terminada definitivamente la política Don’t Ask, Don’t Tell, implementada por la administración Clinton en 1993. Esta política es el resultado de una promesa de campaña. Durante su candidatura, Clinton había ofrecido la apertura del ejército a todos los ciudadanos estadounidenses, independientemente de sus preferencias sexuales. Sin embargo, Clinton tuvo que ceder a la fuerte oposición desde el mismo Estado Mayor militar, incluido Colin Powell. Para evitar un impasse, Clinton logró negociar una postura intermedia, por la que la homosexualidad sería causa de baja sólo en el caso de que los soldados en funciones declararan abiertamente su homosexualidad.

El general Hummer, junto con miembros del equipo que preparó el rechazo de la ley Don't Ask, Don't Tell, anuncia el final de esa política en una conferencia de prensa. Foto: New York Times

En su libro Ask & Tell, Steve Estes presenta una serie de entrevistas a veteranos, hombres y mujeres, de prácticamente todas las guerras en las que los Estados Unidos han estado involucrados a lo largo del siglo XX. El punto en común de todas las entrevistas, salvo una, es que esos militares son abiertamente homosexuales.

Las fuerzas armadas ocupan un lugar ambiguo en el imaginario popular: como institución fundada sobre la disciplina y la rigidez, es fácil suponer que exista una gran homofobia en su interior. Al mismo tiempo, el ejército es generador de toda clase de fantasmas y fantasías eróticas. Todavía es común encontrar personas que consideran que formar parte del ejército es una prueba de virilidad y la mejor demostración de ser heterosexual, y en el medio gay muchas de las fantasías están asociadas a los uniformados. En la realidad, ambos aspectos tienen lugar: el discurso homofóbico es frecuentemente implementado en las filas castrenses al mismo tiempo que puede ser constatada la presencia de soldados homosexuales.

La homosexualidad como causante de baja en el Ejército de los EUA, es una política instaurada prácticamente desde la fundación de dicho cuerpo, y los casos de bajas “deshonorables”, “generales” o con otros nombres según la época, no han cesado. Sin embargo, la actitud frente a los soldados homsexuales ha variado, sobre todo entre la tropa. Por ejemplo, Estes recoge el testimonio de algunos veteranos de la Segunda Guerra Mundial, en los que trasluce más bien una actitud tolerante y abierta.

A partir de los años cincuenta, la apertura se fue reduciendo, y una especie de “mínima tolerancia” le fue dejando paso a una franca hostilidad. Muchos reportes militares señalaban la incompatbilidad entre el servicio militar y la homosexualidad. Los reportes aducían que permitir el servicio de militares abiertamente homosexuales sería un riesgo a la unidad y camaraderia requerida en las filas, que no existiría confianza entre los soldados y que, en consecuencia, se pondría en riesgo la vida y la seguridad de las tropas. En realidad, los argumentos que se oponen a la admisión de soldados homosexuales, son idénticos a los que se habían impuesto contra la admisión de negros y de mujeres. Las experiencias europeas y canadiense, en contraste, proveen ejemplos en los que, tras levantarse la prohibición, las instituciones castrenses habían sufrido muy poco o ningún cambio.

Los veteranos entrevistados por Estes rinden, en general, dos tipos de testimonios. En primer lugar, los más numerosos, son aquellos que decidieron no dar a conocer sus preferencias y mantenerse en el ejército simulando una vida heterosexual. En segundo, se encuentran aquéllos que tras terminar su experiencia militar, se dieron cuenta que eran homosexuales y decidieron salir del clóset. Muchos de ellos se volvieron activistas. Algunos fueron dados de baja con deshonor. Prácticamente todos coinciden en el hecho de que su desempeño profesional como militares no se vio afectado debido a su orientación sexual, excepto cuando algunos de ellos fueron víctimas de acoso. Los casos de dos militares asesisandos son rápidamente evocados (Allen R. Schindler, asesinado en una base en Japón, y Barry Winchel, asesinado en Kentuchy) y puestos como ejemplo de la homofobia al interior de las filas.

Cabe decir que entre los entrevistados se encuentran oficiales de prácticamente todos los rangos, desde sargentos hasta generales y almirantes; de las tres corporaciones militares: la infantería, la marina y la fuerza aérea; de todos los oficios: secretarias, médicos, capellanes, pilotos aviadores, líderes de escuadrón y capitanes de submarinos. Finalmente, todos son veteranos de la Segunda Guerra Mundial, Corea, Viet Nam, la Primera Guerra del Golfo y Afganistán, cubriendo así prácticamente todo el espectro histórico militar de los Estados Unidos.

- Resulta que éste era gay - ¡Diablos! ¡No tuvimos tiempo de darlo de baja!

Si bien el acierto de Estes se encuentra en la gran variedad de entrevistas que ofrece, el punto débil se encuentra en los análisis, que son prácticamente inexistentes. Al principio de cada sección Estes ofrece un marco histórico general, a veces demasiado general, en los que señala algunos puntos relevantes que pueden ser encontrados en cualquier manual de historia. La contextualización proveída es pobre y prácticamente toda viene de parte de los entrevistados. En breve, Estes hace hincapié en el aspecto emocional de las entrevistas, más que en el aspecto teórico del tema.

Sin embargo, esta colección de entrevistas mantiene su interés, en un momento en el que la discusión en los Estados Unidos sobre la política Don’t ask, don’t tell, se encuentra en un momento muy álgido, y justo unas cuantas semanas tras la aprobación del matrimonio homosexual en el estado de Nueva York. El libro apareció como una contribución a la discusión sobre la permanencia y la pertinencia de esta política que, aunque pretendió en un principio beneficiar a la minoría homosexual, el resultado no fue tan alentador, pues, como dicen varios de los entrevistados, dichos militares se encontraban en la posición contradictoria por la cual se les exigía servir con honor, pero mintiendo sobre su situación personal.

Un sitio de activistas, sobre la suspensión de esta política, aquí.

3 comentarios

  1. Hola Jonathan. Disculpa la tardanza, ya lo iremos retomando. En lo personal, ya lo habràs visto, Ratonet y yo tuvimos razones para abandonarlo un poquito, pero las cosas van tomando sus nuevos lugares. Poco a poco… Un abrazo !

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  2. Hola! soy un chico espanol que acaba de llegar a Paris, en este momento me alojo en el distrito 19, me gustaria si no es muy complicado para vosotros que nos vieramos para tomar un cafe y hablar de todo un poco, sobretodo de Paris, mi correo electronico es: jotawillem@yahoo.com un saludo y buenas noches!

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